hay una agazapada que me espera.
No la recatada, la escrupulosa, la puntual,
la sutil comprensiva,
la translúcida,
la dignísima requetesabida.
La otra:
la enajenada, la procaz, la posesiva,
la lasciva imprevista,
la insaciable, la cruel, la inoportuna,
la única respetable
de esas tantas mujeres que te habitan.
Miguel Méndez Camacho

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